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Arboles muertos y mucha tinta

El caso 19 de Perry Mason

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EL CASO DEL MARIDO OBSESIONADO (The Case of the Haunted Husband, 1941)
Autor: Erle Stanley Gardner
Colección: Caimán nº125
Edita: Diana, México, 1962, 4ª ed.

Una joven que viaja a Los Angeles haciendo autostop termina involucrada en un accidente de automóvil. Y es acusada de ser ella la que conducía el coche robado en el que se estrelló, cuando éste era conducido por otra persona. Por suerte, la chica se consigue de abogado a Perry Mason, que irá descubriendo una trama que envuelve a un misterioso productor de Hollywood, una ex convicto y su esposa, viajes a toda velocidad por California y , por supuesto, un par de asesinatos.
Esta es la novela número diecinueve protagonizada por el abogado ocn menos escrúpulos y escrita por Erle Stanley Gardner. Y la verdad no es una de las mejores: a mitad de la novela es evidente que el empuje original de la historia (la inocencia de la chica del crimen de asesinato accidental por mal manejo) se resuelve sin dramas y Gardner empieza a sumarle elementos para hacer una historia más enrevesada. Con lo que al final, el resultado no termina siendo del todo convincente. Por supuesto Gardner tapa esto con las personalidades de Mason y su equipo de colaboradores (su secretaira Della Street y el detective privado Paul Drake) y, sobre todo, su habilidad para enfrentarse y engañar a la policía (representada en este caos por el teniente Tragg, un policía sabueso casi tan inteligente como Perry lo que lo torna un rival de cuidado). Igualmente pasado esto, nos encontramos una novela que por su falta de estructuración, no la hace particularmente creíble. O sea léanla solo si son fans del personaje.

4 comentarios

Alfred -

Me halaga sobremanera su amable ofrecimiento, y se lo agradezco, amigo Roberto, pero mucho me temo que suelo andar demasiado liado como para aceptarlo.

En cualquier caso, no se deje usted engañar, que yo lo único que he hecho ha sido recordar cierta alusión al autor de turno en un libro y después transcribir el correspondiente segmento para compartirlo. O sea, que yo de erudito tengo más bien poco, tirando a nada. Me alegro, eso sí, de que le haya interesado la información aportada, que parece que no, pero buscar el libro de marras en las estanterías de casa, localizar después la página exacta y copiar luego la parte oportuna lleva su tiempo, y consuela, naturalmente, saber que al menos ha servido para algo.

Le aclaro, además, que en caso de saber algo sobre algún tema, ese sería la literatura policial, a la que soy muy aficionado, más que la literatura pulp, así, en general. Lo digo, vaya, porque ni toda la literatura policial es pulp, ni toda la literatura pulp es policial, y sacándome de lo mío, insisto, me pierdo. De ahí que lea con tanta curiosidad sus reseñas sobre novelas del oeste, y demás relatos pertenecientes a otros géneros. De eso, se lo aseguro, no tengo ni la más remota idea. O dicho de otro modo, tengo todavía menos idea que de todo lo demás, que ya es decir.

Pero bueno, me seguiré asomando por aquí, no lo dude, y aportando lo que buenamente pueda, cuando considere que algo tengo que aportar.

Un saludo.





roberto -

alfred:
la verdad sus ocmentarios me dejan apabullado. Con alguien que da esa calidad de datos y aporta un comentario tan pero tan buen (por partida doble ademas) yo, que soy apenas un lector con curiosidad y alguna idea de literatura pulp en general, me quedo sin habla.
La verdad, me saco el sombrero ante ud.
Y como se que seguramente tendría mucho que aportar escribiendo, le sugiero si quiere que se mande alguna reseña de libro en este sitio. Yo dem il amores quisiera su colaboración. Si le interesa esribame (elmail es errelbe@yah... ) y afinmos detalles.
Y sino, pues seguiré esperando con ansias sus post.

Alfred -

Venga, va, ahí le dejo otro fragmento de la correspondencia entre Chandler y su amigo, esta vez reivindicando el valor literario de la obra de este último, tan discutido por los sesudos críticos de turno, y hasta por el propio novelista:

"Hace unas semanas fuí al Gran Lago del Oso para superar un caso de completo agotamiento de los que tú nunca sufrirás, pedazo de dinamo. Lo único que fuí capaz de leer fueron historias de Perry Mason. Había un montón que no había leído, no sé por qué. Puede que mis gustos hayan cambiado, puede que mis constantes batallas legales en torno a los contratos me hayan hecho enamorarme del derecho. En cualquier caso, leí una cada noche y me gustaron. También resultaba interesante comprobar que con el tiempo se iban haciendo más fluidas y hábiles."

Y otro más, abundando sobre lo mismo:

"... Con la venia del tribunal, quiero referirme a un tal Gardner, presunto escritor de misterios. El público lector posee, en el mejor de los casos, una mentalidad adolescente, y resulta evidente que lo que suele llamarse "literatura trascendente" solo se le puede vender a este público exactamente con los mismos métodos que se emplean para venderle pasta de dientes, purgantes y automóviles. Resulta igualmente evidente que, puesto que a este público se le ha enseñado a leer mediante la fuerza bruta, querrá leer algún libro divertido y emocionante entre sus esporádicos forcejeos con el último bestseller "trascendente". Así pues, como hace siempre el público semi-instruido de cualquier edad, mirará con alivio al hombre que cuenta una historia y nada más. Decir que lo que este hombre escribe no es literatura equivale a decir que un libro no puede ser bueno si te dan ganas de leerlo.

Cuando un libro, cualquier clase de libro, alcanza una cierta intensidad de expresión artística, se convierte en literatura. Dicha intensidad puede ser cuestión de estilo, situación, caracterización, tono emocional, concepto, u otra media docena de cosas. También puede consistir en el perfecto control del movimiento de una historia, similar al control que el lanzador tiene sobre la pelota. Para mí, esto es lo que tú tienes por encima de todo y más que ningún otro... Cada página lanza el anzuelo que te lleva a la siguiente. Esto para mí es una especie de genio... Perry Mason es el detective perfecto, porque posee el enfoque intelectual de la mente jurídica y, al mismo tiempo, el carácter inquieto del aventurero que no puede quedarse parado.

Así que prescindamos de una vez de esa idiotez de "como literatura, mi obra sigue siendo una birria". ¿Quién lo dice, William Dean Howells?"

Un saludo.




Alfred -

Pues tenga por seguro que la leeré, si cae en mis manos, que para algo me declaro, aquí y ahora, fan del personaje. O lo más parecido a un fan de algo que yo pueda llegar a ser, vaya. Me encanta el dinamismo de sus historias, las trampas legales del protagonista, la fuerte personalidad de su sensual secretaria (nada machista, a mi juicio, para la época en que fue creada) y el contrapunto a ambos que ofrece el detective privado Paul Drake. Todo un acierto, como usted señalaba en algún post anterior, el rodear a Perry Mason de semejantes secundarios.

Y ya puestos, pues le copieteo por aquí algunas de las cosas que sobre su buen amigo Erle Stanley Gardner escribía el gran Raymond Chandler en su correspondencia, al igual que hice con Peter Cheney. Mucha de esta correspondencia, de hecho, iba dirigida al propio Stanley Gardner, al que cariñosamente llegaba a llamar "pedazo de dinamo" en una de las cartas, a causa de su elevadísima productividad (se cuenta que llegaba a dictarle a sus equipo de secretarias hasta seis novelas a la vez), y a él se dirigía en los siguientes términos, reconociendo su deuda con la obra del creador de Perry Mason y la admiración que le profesaba:

"Cuando estuvimos hablando de la vieja revista "Action Detective", olvidé decirte que yo aprendí a escribir novelas cortas gracias a una tuya, que trataba de un tipo llamado Rex Kane, un alter ego de Ed Jenkins, que se liaba con una dama florida que vivía en un chalet de Hollywood y dirigía una organización antichantaje. Seguramente no te acuerdas. Debe estar en tu archivo con el número 54276-84...

Hice un resumen muy detallado de tu relato, y a partir de ahí lo reescribí y luego comparé el mío con el tuyo y lo corregí un poco más, y así sucesivamente. Al final me sentí un poco molesto, porque no podía intentar venderlo y parecía muy bueno. Dicho sea de paso, descubrí que la parte más difícil de tu técnica consistía en plantear situaciones que bordeaban lo increíble, pero que al leerlas parecían completamente reales. Espero que entiendas esto que digo como un cumplido. Yo nunca he llegado ni a aproximarme a eso. Dumas poseía esta cualidad en grado muy elevado. Y también Dickens. Probablemente, es la base de todo trabajo rápido, porque, naturalmente, el trabajo rápido tiene un fuerte elemento de improvisación, y conseguir que una escena improvisada parezca inevitable es todo un mérito. Al menos, a mí me lo parece.

Y aquí me tienes, a las dos y media de la madrugada, escribiendo sobre técnica, a pesar de estar firmemente convencido de que en cuanto uno se pone a hablar de la técnica es señal de que se le han agotado las ideas."

Un saludo.